sábado, 31 de diciembre de 2011

primer diamante: primero de enero

Es la noche del 31 de diciembre del 2011 al 1 de enero del 2012. Son más de las 3 por lo que… feliz año nuevo. Han sido unos días raros. Es la primera vez en los últimos diez años que no envío felicitaciones de Navidad a mis amigos. Por esto, pido perdón.

Pero la verdad es que no ha sido un buen año. Empezó mal, y no ha terminado de la mejor manera. Llevo varios días, incluso varias semanas desconectado. Sin llamar por teléfono, sin contestar mensajes, sin redes sociales, sin preocuparme por mis amigos… enfrascado en mis propios recuerdos. Encerrado en un pasado al que se accede por una escalera de caracol. Desayunando cada mañana los restos de la cena del día anterior. Atragantándome de vez en cuando con espinas que pensé que ya me había sacado.

Esto es una disculpa por estar desaparecido de la forma más cobarde que existe, sin dar la cara. Y también un aviso: es muy posible que las próximas semanas sigua desaparecido. Como dice la canción: “tan importante es el ser y estar, que todos quieren ser, que todos quieren estar, pero si alguien me busca, diles que no estoy, si me encuentran, diles que no soy”

Ahora solo quiero cerciorarme de que el 2011 está bien enterrado, no quiero sustos, tras robarle los pocos buenos momentos. A priori, solo recuerdo dos: un viaje a Miranda de Ebro y una noticia que se publicó en Halloween.

Recuerdo que una vez leí que los seres humanos reímos una media de 15 veces al día. Alguien en este año ha debido de partirse el culo a mi costa.

Y por último parafraseo a Gala, que a su vez, parafraseó a no sé qué califa en su testamento: <<“Y fui feliz catorce días.” Pero arrepentido de la última exageración, agregó: “no seguidos”>>.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

segundo diamante: visita al Cementerio de los Libros Olvidados

A veces, en un día monótono y gris, las más simples e insignificantes casualidades pueden ser pequeñas aventuras que te llevan a lugares misteriosos donde encuentras las más preciadas reliquias.

Hoy amaneció uno de esos días. A las 9 de la mañana estaba en la biblioteca de mi facultad estudiando materiales de construcción, y las perspectivas eran las de no salir de allí hasta la noche, entre la biblioteca y las clases.

En un momento dado, me levanto a buscar un libro de hormigones (sí, existen), y paso junto a una estantería con un cartelito: “Arte contemporáneo”. En la biblioteca de una facultad de arquitectura, puedo dar fe de que libros sobre arte contemporáneo no se leen demasiados… lo cual no dice gran cosa en favor de los estudiantes de arquitectura. Bueno, o sí, no sé. Decido echar un vistazo. Sonrío al reconocer algunos términos, algunos autores, algunos libros… Y me sobresalto (todo lo que uno se puede sobresaltar en una biblioteca) al ver un libro de Simón Marchán Fiz, “Del arte objetual al arte de concepto”. Es un libro que hace muy poco he estado buscando, y que cuando lo encontré, me pareció demasiado caro.

Lo cogí para echar un vistazo. Cuando paso la pasta, en la primera hoja, me encuentro con una dedicatoria del propio Simón Marchan para aquél a quién supongo que perteneció el libro en otra época, concretamente, el 16 de junio de 1972.

No sé, quizá debería salir más, para comprender que en ningún caso se puede considerar algo así como una aventura, pero yo en ese momento me sentí como Daniel Sempere en el Cementerio de los Libros Olvidados, en la novela de Carlos Ruiz Zafón. Era una página entre cientas, de un libro entre miles, la que guardaba la firma de quién de algún modo admiro. Bueno, de algún modo. Y la encontré. O ella a mí, como “La sombra del viento” a Daniel. ¿Qué más da? El caso es que ya sé lo que voy a leer cuando termine mis exámenes (si es que eso pasa algún día).

¿No os parece emocionante? Probad a vivir algo similar tras haber hecho una práctica de dosificación de hormigones y de granulometría de sus áridos y me contáis…

sábado, 5 de noviembre de 2011

segundo diamante: yo no fui



Hacía casi 3 meses que no actualizaba el blog. Demasiado tiempo. Escribí algo para solucionar eso, pero resultó demasiado... revelador. Decía más de lo que quiero que nadie lea. Así que rescato algún recorte de mi cuaderno. Es un dibujo que hice en un viaje que no hice.

domingo, 14 de agosto de 2011

Primer diamante: en las fiestas de los pueblos las neuronas siempre están de vacaciones.

Hace ya dos años, exactamente dos años, escribí un texto sobre las fiestas de los pueblos en verano. Siempre me han incomodado, siempre me han parecido desmesuradas en comparación al motivo que las impulsa y, sobre todo, al bien que ejercen. Creo que la satisfacción personal que generan en la mayoría de las personas es mayor en expectativas que en resultados. Pero siempre vuelven a generar esa expectativa.

Son intocables, casi nadie es capaz de renunciar a ellas, no por gusto, sino por un extraño miedo a perderte las fiestas, algo por definición divertido, cuyo magnetismo está aislado de la verdadera diversión que puedas llegar a experimentar.

Desde el 2009 hasta hoy, yo he cambiado, así como mis circunstancias. Si tuviese que volver a escribir un texto como éste, probablemente sería muy distinto. Pero en la síntesis del mensaje sigo estando muy de acuerdo. Hoy lo rescato movido por experiencias personales actuales y por ser víctima pasiva de las fiestas. (Va con segundas, y terceras). Lo transcribo aquí, casi literalmente:

“España es un bar”. Fiestas patronales.
Por norma general, no me gusta reconocer que la cultura en España se reduce al alcohol y los toros, pero en estas fechas de fiestas patronales (especialmente en pueblos pequeños), me tengo que rendir a la evidencia.


Soy el primero en defender mi cultura y mis raíces cuando oigo a alguien pronunciar la manida frase “España es un bar”. Lo siento pero no. El museo del Prado no es un bar, la Alhambra no es un bar, la Sagrada Familia no es un bar, y las Ventas… bueno, las Ventas debería ser un bar. Y es que no es justo que cuando sales a otros países y dices que eres español lo primero que escuchas en un acento castellano horrible es: “Toros, Raúl, olé”. No voy a negar que estas cosas nos pertenezcan. Nos pertenecen a pesar de que, aunque no me considero anti taurino, llamar espectáculo, arte o cultura a la tortura y mofa de un animal me parece antinatural. Y sobre todo irracional. A diferencia de los anti taurinos, yo considero que el gran perjudicado en el mundo del toreo no es el toro, sino el ser humano. Su inteligencia. Tampoco soy defensor de los animales, de hecho, no me gustan los animales. Ni tengo ni quiero mascotas. La única especie que me interesa es la humana, pero considerar arte al asesinato de un animal me parece un paso atrás en nuestra evolución. Me gustaría saber qué pensarán las miles de personas que acuden asiduamente a las plazas de toros y jalean cuando el torero mata al animal sobre la “instalación” que un “artista” hizo no hace mucho consistente en atar a un perro con una correa y dejarlo morir de hambre.

Pero a pesar de esto, sí, los toros son parte de nuestra historia (lo cual no significa que sea para estar orgulloso de ello. También las matanzas y violaciones de los indígenas americanos forman parte de nuestra historia). Pero no es lo único que hay en España. Y los bares y la fiesta no debería ser nuestro principal reclamo de cara al extranjero. Y que quede claro que no tengo nada en contra de los bares. En los bares las croquetas saben mejor que en casa, las cervezas están más frías que en casa y las victorias al mus son infinitamente más gratificantes que en casa. Además, en un bar también se puede hablar de arte, de filosofía, de economía… Que en España haya bares es bueno. Muy bueno. Pero que SOLO haya bares no estaría bien. Y dar la imagen de que SOLO hay bares no es una buena idea.

También he de decir que de las discotecas no tengo la misma opinión. En las discotecas no se comen croquetas, no se juega al mus, no se puede hablar de… nada. Lo único que puedes hacer es beber cerveza y, llamadme paranoico, pero para mí que no están tan frías como en los bares. También dicen que se puede bailar: mentira. A veces, si no hay mucha gente, te puedes mover, pero bailar y moverse son cosas distintas. Dicen que se puede hablar: mentira. Se puede gritar al oído, por lo que solo puedes comunicarte con una persona al mismo tiempo.

Y con este panorama, se crea una sociedad como la española, con una jerarquía de valores, en el mejor de los casos, desordenada. Un pueblo como el mío, Carpio, en Valladolid, con más de mil habitantes, se puede permitir el lujo de gastarse todos los años una barbaridad de dinero (no sé cuánto) en festejos taurinos para las fiestas patronales mientras no cuenta con una biblioteca pública. Cinco días de fiesta y unos diez festejos taurinos. Eso significa mucho dinero. Alquilar la plaza, permisos, comprar los toros… y luego no nos conformamos con eso. Pagamos a toreros, rejoneadores, para que nos “deleiten” con sus corridas, luego un concurso de cortes donde se dan cuantiosos premios económicos a los ganadores… Nos gusta todo. Encierros tradicionales, encierros camperos, toro del alba, vaquilla del aguardiente, toro “embolao”, grand prix (sea lo que sea)… todo nos vale. Y mientras, no podemos consultar una enciclopedia en el almacén al que llaman biblioteca. Los que son algo mayores que yo solo recuerdan un año en el que el ayuntamiento decidió que no habría toros en las fiestas. Fue el año en el que algunos indignados quemaron el ayuntamiento. Tal es la desmesura de la importancia de las fiestas.

Pero por desgracia mi pueblo no es el único. Cientos, miles de pueblos celebran sus fiestas patronales a lo largo del verano. Los toros no están en todas, pero el alcohol desborda por todos los lados. Hoy es 15 de agosto. Nuestra señora de la Asunción y San Roque. Esta noche miles de personas se emborracharán en su honor. Estoy convencido de que menos de la mitad de todas esas personas sienten algún tipo de devoción por San Roque o por Nuestra Señora. Pero se convierten en una maravillosa excusa.

No quiero decir que esté mal salir de fiesta, no quiero decir que esté mal beber alcohol en ciertas ocasiones, ni que esté mal divertirse de ese modo. Lo que reivindico es que anteponer estas cosas a… casi todo, es absurdo. Este es el desorden de nuestra jerarquía de valores del que hablaba. Las fiestas son las fiestas. Y ya nada más importa, hasta que se acaben. Pero lo que es peor es que no es la fiesta lo que realmente importa, sino la celebración. La fiesta solo es la excusa para celebrar. Pero no está mal salir, celebrar, beber… no tiene por qué estar mal. Soy capaz de comprender y respetar estas posturas. Pero, sinceramente, estoy cansado, muy cansado de que nadie respete las mías.

¿Por qué no es normal que no esté en las fiestas de mi pueblo? No me gustan los toros, no me gusta el alcohol, no me gustan los borrachos, ni la música que se escucha en las discotecas. ¿Qué pinto yo en unas fiestas donde predomina todo esto? No solo predomina esto, es que no hay más que esto. ¿Por qué me convierte eso en raro? ¿Hay que ser como todo el mundo para ser normal? ¿Tengo que vestir como todos, hablar como todos, peinarme como todos? ¿Y qué pasará cuando en unos años el 90% de los jóvenes se droguen? ¿Habrá que drogarse para ser normal? ¿Los que no se droguen serán raros? Y no estoy exagerando, ya que a mí me llaman raro porque no salgo de fiesta como el 90% de los jóvenes. Eso me convierte en una persona que no es normal. ¿Acaso ser normal significa ser como la mayoría? En ese caso, yo no quiero ser normal. Si las cosas funcionan así yo quiero ser raro. Y también quiero vivir en un pueblo raro, donde haya bibliotecas, actividades culturales, un instituto donde estudiar, al menos, la educación obligatoria, y no tener que salir a otros municipios a estudiar algo que has de estudiar. En fin, todas estas cosas tan raras. Y no me importará que el pueblo no sea normal, es decir, que en las fiestas patronales el mundo no se detenga, las calles se cortan porque tienen que pasar los toros, la música por la noche suena a todo volumen, y no importa que tengas que madrugar porque… ¡son fiestas! Yo quiero ser raro, y como tal, vivir en un mundo raro. Mi caja de zapatos, mi ansiada caja de zapatos, donde entrarán todas las cosas que ya nadie quiere. Todas esas cosas tan raras como el arte, la cultura… en fin, las cosas que no tienen cabida en este mundo “normal”. En esta España “normal”.

viernes, 5 de agosto de 2011

Tercer diamante: Cuelgo las cartas



Hubo una etapa de mi vida en la que la magia era muy importante… Coincidió con la creación de este blog (cinco de diamantes), y quizá por eso creé un diamante sobre la magia (en todos los sentidos). Hoy, cuelgo las botas. Cuelgo las cartas. Lo dejo. Eso no supone la desaparición de este diamante, sino que se centrará en otro tipo de magia. Alguna que sepa entender a duras penas.

¿El motivo? Bueno, las decisiones importantes nunca se toman por un único motivo. Uno de los más influyentes es que perdí la capacidad de ilusionar. Quizá sea el público, pensaba, que no disfruta con estas cosas. Pero cuando descubrí que disfrutaba con otros, deje de ser un ilusionista y me quedé en poco más que iluso.

En mis mejores momentos, yo era aficionado de aprendiz de mago amateur, pero con eso me bastaba. Jamás pretendí engañar, vacilar, ni poner en evidencia a nadie, solo quería sentir el poder indescriptible de hacer “sentir” a los demás. Esa era mi ambición. Nunca quise aplausos, pero cuando veía como se abrían los ojos y crecían las sonrisas siempre se me erizaban los pelos de la nuca.

Daniel, Jorge, Jesús, Gonzalo, David, Astrid, Dani, David, Eva, Raquel, Diego, Kike, Roberto, Juan Manuel, Elena, Nacho, Diego, Bea, Ignacio, Alberto, Esther, Ángeles, Tere, Manu, Lucas, Felipe, Silvia, Marian, Guadalupe, Rubén, Ángela, Alex, Inma, Rocío, Irene, Vale, Pablo, Taw Fik, Jandro, Marta, Michou, Nacho, Lara, Aquilino, Alberto, Alba, Narciso, Pablo, Davo, Antonio, Álvaro, Ana, Virginia, Alba, Álvaro, Diego…

No recuerdo solo los nombres, sino todos y cada uno de esos ojos empeñados en creer lo que sus cabezas sabían que no existía. Llegar a dudar que pueda existir la magia es el primer paso para que exista. Sin embargo, ha llegado un momento en que mis juegos ya no ilusionan, y la ilusión por aprender nuevos decrece. Gracias Juan, gracias Canuto, hicieron todo lo posible, y jamás dejaré de ser espectador. También quiero ver como otros disfrutan haciendo que sean mis ojos los que se arriesguen a creer.

Me conformo con saber que alguna vez ilusioné a algunos. Y siempre sentiré celos de quién logró arrancar aquella emoción en la voz de quien yo no pude más que soñar conseguir. Y si alguien pensaba en recriminarme mis celos, sabed que tengo las miserias que como ser humano me corresponden. No es un defecto, es un derecho.

Es el gran sino de mi vida. Alguna vez dejé la guitarra sin haber aprendido a tocarla, dejo la magia sin haber sido mago, dejé el arte sin haber -querido- ser artista, quién sabe si pronto dejaré de escribir sin haber sido escritor, y algún día dejaré de ser hombre sin haber sido niño. Es el mal del que abarca mucho y aprieta poco. Excepto en alguna faceta de mi vida, en la que abarqué tan poco que apreté demasiado.

Yo guardaré mis recuerdos, vosotros guardad aquella carta firmada que alguna vez os regalé. Pero os invito a disfrutar de mi último truco (siempre odié esta palabra): cada vez que veáis un cinco de diamantes, sabed que era exactamente la carta que yo estaba pensando.

A partir de ahora, ya todas mis barajas serán invisibles.

lunes, 25 de julio de 2011

Segundo diamante: America se descubrió por error y la luna por una mamada



Hace poco he descubierto un lugar maravilloso. Es… como una terraza. Puedes sentarte al sol durante todo el día. Y se ven muchas cosas desde allí. Casi todas. Puedes ver las montañas, a lo lejos, y como multitud de carreteras parten desde ti a diferentes lugares. Y también llegan hasta ti desde todos los lugares.

Los errores no son tal, sino que siempre se transforman en puntos de partida que te llevan a soluciones insospechadas. Y es entonces cuando te das cuenta de que las mejores fotos son aquellas que no quisiste hacer. Las mejores frases son aquellas que no quisiste escribir. Y sobre todo, los mejores días son aquellos que no quisiste vivir. Esos en que te levantas, y huyes, corres durante kilómetros para no vivir un día de fiesta, escapas, escalas a esa terraza, y de repente descubres un nuevo día que amaneció a eso de las 12, pero que desgraciadamente anocheció cuando aún no eran las 8.

Hace poco he descubierto un lugar maravilloso. Me enseñó que es necesario ordenar tu casa antes de salir a comerte el mundo. A encontrar primero en tu interior la foto perfecta, para poder buscar una mejor allí fuera. Tal es su poder, que hasta Dalí parece más genio, e incluso Bukowski más borracho. Todos los artistas bajaron su caché al de creadores, y Picasso solo tenía que alargar el brazo para encontrar el verde que buscaba.

El humo de los porros estaba pasado por agua, y entre calada y calada aparecía de vez en cuando el tercero en discordia. Porque… 1- él estaba allí con nosotros aunque se empeñase en ir de boda. Y es que no hay dos sin tres. 2- ella estaba allí con nosotros aunque se empeñase en que no había boda. Y es que no hay dos sin tres. Y 3- …no hay dos sin tres. (te echaba de menos y enhorabuena).

Hace poco he descubierto un lugar maravilloso. En él un matrimonio podía ser feliz estando separado, y en algún lugar del más allá, una viejecita cumple su palabra y se la chupa a su marido.

Hace poco he descubierto un lugar maravilloso. Estaba habitado por un pequeño duende, al que prometí volver. Y hasta entonces, me traje de recuerdo de una ficción muy… “pulp” y la marca de unos labios en el dorso de mi mano.

Primer diamante: la parábola del hijo pródigo

A veces quieres escribir algo, quieres transmitir algo, y te encuentras con que alguien ya lo ha hecho antes y mejor que tú. Esto me ha ocurrido varias veces, pero es la primera que ese alguien es un tal "Dios". Y me gusta mucho la ironía que utiliza este autor.

Lc 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.

Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.

Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."

Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta.

Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar.

Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."

viernes, 17 de junio de 2011

Tercer diamante: meditaciones sobre sopa Campbell´s y arte Pop

(Antes de empezar: Coloco este texto en mi tercer diamante, el de magia. Lo hago porque hay muchos tipos de magia. Ésta es una.)

Siempre odié los veranos. Me alejaban de los lugares en los que yo quería estar. Y me acercaban a los que me horrorizaban. Nuestra relación no ha mejorado. Odio los veranos. Siempre deseo que pasen rápido. Solo son dos meses –me digo –pero nunca salen las cuentas. Especialmente este año, no me salen las cuentas.

La palabra soledad cobra su máximo sentido. Aquellos en quienes pienso comunican (el teléfono móvil al que llama está apag… piiii) Ya sabes. Y no hay tiempo para que nadie piense en mí. Sin embargo, Madrid es diferente. Siempre pensé que en verano la ciudad se vaciaba, pero yo camino por sus calles y no veo más que gente, y sobre todo, no pienso más que en gente. Pienso en caras, pienso en nombres, pienso en números… ¡Ay! Números… lo único que me consuela es que nunca olvidaré cuánto son siete mas ocho. La gente que no ocupa las calles camina por mis ojos como si fuesen más que un sueño. Pero son sueños que no hacen compañía. Pesadillas, creo que las llaman.

Y con ellas comparto mis veranos, porque por las noches, arropado solo con sudor, veo como van cayendo los minutos desde el techo, atragantándome con cada uno que paso pensando en ti. Tú. Mi señora Linde. Una vez jugué a que te llamabas Ana, porque eres como el silencio: basta pronunciar tu nombre para perderte. De hecho, hay muchos nombres que basta pronunciar para perderte. Nunca había merecido tanto la pena estar callado. Te echo de menos. Te quiero, te anhelo, septiembre.

Y en cuanto al amor (digo amor y pienso sexo), como mi verano, solo. Dicen que es mejor compartido, pero los que hayan compartido demasiado saben que no es cierto.

Ni el calor, ni las vacaciones, ni los solsticios. Lo que me indica que ha llegado el verano es la sensación permanente de tristeza y el olor próximo de las fiestas patronales. Eso, y despertarme y darme cuenta de que no soy Andy Warhol.

jueves, 2 de junio de 2011

Cuarto diamante: proyectos I

Resumen y residuos de mi primera serie de proyectos. No son los mejores proyectos del mundo, pero son mios...








martes, 17 de mayo de 2011

Quinto diamante: manifiesto de pretensión

Quiero hacer todo lo que esté en mi mano.
En mis manos, las dos. Incluso más.
No quiero rendirme nunca, el objetivo merece la pena.
Quiero sentar una lista de prioridades, y saltármela para ponerte delante.
Quiero recuperar lo que me has dado a entender que hemos perdido.
Eso que un día dijimos que nunca perderíamos.
Eso que es lo primero que siempre tuvimos,
eso que siempre será lo primero incluso habiéndolo perdido.

Quiero que amanezca junio, pero que no llegue nunca el mediodía.
Que me ayudes a cortar mi ropa a la altura de las rodillas.
Quiero morir como el pez, por la boca, y no morder una lengua
que tiene tantas cosas bonitas que contar.
Quiero cambiar las sábanas, abrir la ventana y tirar los tubos vacíos de pasta de dientes.

Quiero hacer tanto…
Y hacer, puede que no haga, pero querer, quiero todo.

jueves, 12 de mayo de 2011

cuarto diamante: un vía crucis con QUINCE pasos



















Hoy es 12 de mayo y ya hace casi tres semanas que terminaron las vacaciones de Semana Santa. Aquellos fueron unos días bastante intensos a nivel “profesional” para mí, ya que expuse en una feria de arte y participé en un par de proyectos del colectivo de arte del que formo parte. Queda patente que este blog nunca lo llevo al día ni lo doy un uso demasiado asiduo, pero si no publico este tipo de cosas, ¿para qué lo quiero? Así que con bastante retraso informo de lo que fue, y me callo lo que pudo llegar a ser:


Tuvo lugar la VII feria de arte contemporáneo de Arévalo donde expuse un par de esculturas. (Más info sobre la feria en http://www.feriaarevalo.blogspot.com/ ). El día de la inauguración de la feria el colectivo de arte quince realizamos una performance. Los cuatro días siguientes el mismo colectivo disfrutamos de una beca de arte de la junta de Castilla y León “Artistas en residencia” en Miranda de Ebro (Burgos), donde realizamos un proyecto fotográfico llamado RE-FAKE. Para más info sobre este proyecto visitad http://quincecolectivodearte.blogspot.com/ y disfrutad de este colectivo.


Siento la entrada austera, escueta y casi rancia, pero como siempre últimamente en mi vida, afloran las excusas del poco tiempo, y sentía la casi obligación de subir esto y se me hacía demasiado tarde. Y tampoco podía permitirme publicar otras cosas y dejar pasar esto. Espero actualizar no demasiado tarde. Hay cosas que me apetece contar.


Las fotos de arriba son mis esculturas de la feria. "Torre de Babel (espejo)" y "Torre de Babel (luz)"

domingo, 10 de abril de 2011

quinto diamante: Manhattan


Mis frases favoritas del guión de Manhattan, de Woody Allen, 1979:

Así empieza:

“Exterior. Manhattan. Día. La silueta de varios edificios que se recortan en el horizonte. Un aparcamiento con el letrero PARKING. La enseña de neón de un hotel se enciende y se apaga. Reza MANHATTAN.

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-Si no te tragas el humo.

-Claro que no me lo trago. Produce cáncer. Pero estoy tan impresionantemente guapo con un cigarrillo…

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-Mira, yo, yo soy chapado a la antigua. No creo en las relaciones extramatrimoniales. Yo creo que la gente debe aparearse para toda la vida como los palomos, o los católicos.

-Quizá lo que nos va es tener varias relaciones de duración variable, ¿sabes? Quiero decir que lo otro ya está pasado de moda.

-Oye, no me cuentes lo que está pasado de moda, ¿vale? Tienes diecisiete años. Tú te has criado con las drogas, la televisión y la píldora. Yo… yo… yo con la segunda guerra mundial. Estuve en las trincheras.

-Tú tenías ocho años cuando la segunda guerra mundial.

-Es verdad. Jamás estuve en las trincheras. Me pillaron justo en medio. Una posición muy dura.

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-Muy bien, era un genio, y Helen es un genio, y Dennis es un genio. Conoces a un montón de genios, ¿sabes? Deberías relacionarte con gente estúpida de vez en cuando. Podrías aprender algo.

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-¿De qué… qué raza es tu perro?

-De la peor.

-¿De veras?

-Es un dachshund.

-Oh, ¿de veras?

-Para mí, es un sustitutivo del pene, ¿sabes?

-Ah, en tu caso creo que te iría mejor un danés.

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-Bueno, ya sabías mi historia cuando te casaste conmigo.

-Sí, claro, mi analista me previno, pero eras tan hermosa que… que cambié de analista.

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-Eh… ¿Cuántas veces por noche…? ¿Cuántas veces puedes hacer el amor en una noche? ¿Qué es eso…?

-Un montón.

-Sí, ya lo he observado. Un montón. Eso es… bueno, un montón es mi numero favorito.

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Exterior. Manhattan. Noche. Edificios y un puente iluminado.”

Y así acaba.

domingo, 20 de febrero de 2011

miércoles, 19 de enero de 2011

Quinto diamante: Gatos, gatillos y gatillazos. Bragas, braguetas y braguetazos

Cada vez se encienden antes las luces de la calle.

Cada vez se ven menos gatos en las ventanas.

Cada vez pospone más recoger su habitación.

Se permite el lujo de ser un guarro si no sale de casa. Y ya solo se alimenta de esa cosa blanca que le sale al café cuando lleva dos días hecho.

Hace mucho que la música dejó de consolarle. Y no ha vuelto a conseguir escribir algo que no suene patético. Ordinario. Cutre (que cutre es la palabra cutre).

No entiende casi nada. Sobre todo por qué nadie le entiende a él. ¿Cómo puede ser tan raro siendo un típico donnadie?

Y jamás consiguió decir lo que sentía. Sus mejores palabras, las más amables, eran siempre malinterpretadas.

Ahora camina lento hacia donde le lleven. Ya solo hace lo que le dicen, habla cuando le dicen, sonríe cuando le dicen y folla cuando le dicen. Pero el sexo es aburrido si dura más de 20 minutos.

Por las noches se dormía esperando las respuestas a preguntas que nunca debió hacer. Y no se entendía con quien debía entenderse durante más de treinta años.

Últimamente lo único que hacía bien era agobiar.

A nadie le importaba que no hubiera comido en dos días. Soñaba con despertar un día y encontrar en su cama las bragas de quien le sacase de pobre. Tras coger una auténtica cogorza. Sabía quién era la adecuada. Una famosa escritora con ciertas tendencias alcohólicas. Pero hasta ella había encontrado el amor. Y si ella lo había conseguido, todo el mundo podría hacerlo. Menos él.

Soñaba con tomar un café algún día en un bar. Solo. Solo él, el café con leche, como siempre.

-¿Puedo sentarme?- voz de mujer.

-Sí, claro- puede que estas cosas no pasen en la realidad, pero era su sueño.

(Comentarios ingeniosos, risas, una hora, conversaciones interesantes, coqueteos descarados, dos horas, risas, proposiciones indecentes, tres horas, cuatro horas, su apartamento, una noche…)

Velada perfecta.

-No pienses que he hecho esto porque seas famosa- mintió.

Soñaba con que las veces que soñó no fueran un sueño.

Ahora recodaba con nostalgia el día que pensó en apretar el gatillo…