domingo, 10 de noviembre de 2013

lunes, 10 de junio de 2013

Tercer diamante: Intento de soneto, sin son ni ton, ni soneto

El mundo está cuerdo, y cuerda es la senectud
en que se ahorca.
Permítaseme esta torpe paronomasia, pero no más ya,
y este oportunista calambur.

Pero no encuentro otras palabras esta tarde
y las rimas ni se asoman, ni consuman.

Cuarteados archivé en la basura dos cuartetos
que hablaban de rectángulos. De coherencia. De razón.
¿La fórmula de la cordura? No cabe duda:
base por altura.
¡Repugnante perfección!
¿Pues no se arrima aquí la rima?

Pero no hallé estrofa que rezara en tres versos
que somos más humanos cuanto más irracionales.
Que los cuerdos son recuerdos que aún andan con las manos.
Si creamos normas para todo, todos seremos normales, creo.
¡El arte nació porque antes los médicos fumaban habanos, carajo!

¿Qué crees que le pasará al mundo
cuando deje de dar vueltas,
si tú das diez o doce, y primero
caes de culo, y después vomitas?

El primer verso del segundo terceto, cuatro veces cinco tuve que escribirlo.
No así el último, que salió redondo, once sílabas, con acento en la diez:

Más|nos|val|drí|a_a|to|dos|es|tar|lo|cos.

martes, 16 de abril de 2013

Quinto diamante: grito/susurro

GRITO

Extraña explosión de verborrea.
Éxtasis de adrenalina por saliva.
Expresión enfurecida de palabras
que exaltan en las muelas
                              los rugidos.


susurro...

Cálida caricia de tu aliento.
Canción de cuna.
Son los pelos de mi nuca
                                al erizarse
los que beben tus palabras,
                                que yo ignoro.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Quinto diamante: Por qué voy a ir a la huelga

Más de un año después, actualizo mi blog. Hasta a mi me sorprende. Es por una causa mayor: mañana, 14 de marzo, hay convocada una huelga estudiantil por los recortes en educación y la subida de tasas. Creo que es importante colaborar por una serie de razones que aquí expongo.


Los estudiantes somos el sustrato más bajo de la pirámide de la educación, pero sin nosotros, todos los demás caen. La situación en la que vivimos ya ha confirmado dos consecuencias que hieren en lo más profundo del cuerpo estudiantil: una bestial subida de tasas y numerosos despidos de profesionales que nos privan de unos servicios por los que cada vez pagamos más. (En el caso que yo conozco, el de la Universidad Politécnica de Madrid, 301 despidos).

No voy a perder ni un segundo en buscar al culpable de esta situación. Todo cargo con cierta responsabilidad en el asunto, es obligado por el de arriba a putear al de abajo, que a su vez putea al de más abajo. Por lo que a mí respecta, todos los eslabones de esta cadena son culpables en tanto que no se dieron la vuelta negándose a continuar la sangría, una sangría que ciertamente no es sostenible.

Suponiendo una gestión correcta y honesta por parte de los altos cargos de la educación (que es mucho suponer), los recortes económicos a este ministerio se fundamentan en la poca rentabilidad del mismo, puesto que aún con la subida de tasas los estudiantes pagamos mucho menos de lo que cuesta nuestra educación.

Nuestra misión (de hecho es la misión de todos los que están por encima que no la han llevado a cabo) es hacer entender a quien corresponda, que la rentabilidad de la educación no debe entenderse como la de una empresa. La inversión de todo ese dinero que cuesta educarnos recae en crear y desarrollar unas capacidades que provean a la sociedad de las soluciones que sean necesarias en cada campo. No basta con hacer números. No es esto una inversión de bolsa en la que se invierte menos en aquellas empresas que me reportarán menos dinero. Es obvio. La educación cuesta dinero. Y la educación no da dinero. Pero la educación da emprendedores, da profesionales cualificados, da FUTURO. Y todo el dinero que se le veta a la educación es, como suele decirse, pan para hoy y hambre para mañana.

Somos el futuro. Somos quienes hemos de mantener a este país dentro de unos pocos años. Ponernos trabas e impedimentos es como pedir a Superman que nos salve mientras le damos patadas en los huevos.

Hemos de conseguir que este mensaje suba hasta los sustratos más altos por el mismo camino, pero en sentido inverso, que se fueron delegando los recortes. Nuestra misión es hacérselo saber a nuestras escuelas y facultades, para que ellas se lo hagan saber a las universidades, y éstas a las comunidades autónomas, o a quien corresponda, y así sucesivamente.

Y hemos de hacerlo juntos. Porque solo así somos eficaces. Además de la huelga, mañana hay convocada una manifestación. No soy muy partidario de estas medidas, porque normalmente acaban prostituidas bajo etiquetas que no representan los objetivos que buscamos. Ya he leído por ahí que multitud de colectivos, asociaciones y partidos políticos apoyarán la manifestación de mañana. Cada uno de ellos con su bandera o banderas correspondientes. Las banderas son etiquetas, y las etiquetas solo significan una cosa: sectorización. Clasificación. Separatismo, en cualquier caso. Y se necesita unidad. No vale con ser 5000 integrantes de no sé qué colectivo más 5000 de no sé qué otro más 5000 de no sé qué partido. Hay que ser todos uno.

Personalmente, no me gustan las manifestaciones con banderas de ningún tipo, me da igual republicanas, o franquistas, o de CCOO, UGT, PSOE, PP, IU, y otras iniciales varias que, normalmente, defienden intereses propios o, en todo caso, diferentes a los que impulsaron aquello. Por eso mañana la única bandera que voy a enarbolar, y la única que me gustaría que todos los estudiantes enarbolasen, es la matrícula de nuestra universidad que todos hemos pagado. Porque esa bandera es la que nos da los derechos de los que se nos está privando. Y bajo la que todos nos sentimos identificados.

En la manifestación de mañana, a la que por supuesto no desaconsejo ir a nadie, habrá multitud de banderas diferentes. En la huelga, sin embargo, todas las sillas vacías serán iguales. Todos esos huecos serán uno muy grande que, quizá, incomode de verdad a alguien.