martes, 14 de diciembre de 2010

Cuarto diamante: DAI




















Primeras pseudo-pinturas que subo a mi blog. Y aprovechando la entrada, suelto un par de frases (metáforas) de esas que nadie entiende pero que a mi me desahoga publicarlas:
Subo estas imágenes para morderme la lengua.
Hoy me ha salido un grano en el culo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Primer diamante. 2 de diciembre de 2010



Seguí un buen consejo. Envié un par de e-mails. Algunos días después recibí una llamada. Había ganado el primer premio del III concurso de microrrelatos “Universos mínimos” de la Universidad de Salamanca. Al margen de “Jeromín” (un concurso de cuentos donde quedé finalista con 13 años) y alguna cosa más (muy pocas y muy poco importantes, en todos los sentidos), es la primera vez que me he levantado a recibir un premio en una sala donde un hombre con corbata me daba la mano. Hago uso de toda mi arrogancia y prepotencia (que también la tengo, faltaría más) para decir con orgullo que me he sacado una espina que me dejó un tal Marcos, que no me pareció ni mucho menos santo.

También he tenido que leer. Gracias a que eran microrrelatos, el mal trago también ha sido micro. No tengo vergüenza a hablar en público, pero empecé a escribir porque se me daba mejor que hablar.

Un miembro del jurado, una señora argentina que hablaba “varias voces” mejor que yo, comentó algo sobre la intensidad y la fuerza de los relatos con tan pocas palabras. Cuando casi todos marcharon me hizo sentir bien. Me habló, a parte, del nivel de todos los relatos, lo difícil que era destacar entre ellos y el consenso de todo el jurado en que sería yo el ganador. Es agradable escuchar cosas así. Es muy agradable escucharlas en acento argentino. También me resulto gracioso que creyese que era poeta por mi modo de escribir. Aún estoy decidiendo si lo que quiero llegar a escribir es “proesía” o “escrultura”. Mis palabras de agradecimiento en ese rato fueron más que las que componían mi texto. Lo transcribo aquí con la certeza de que no aburrirá a nadie. Pero que nadie se equivoque, no es un relato corto, es sólo el detonante de una larga historia que habéis de crear en el instante de leerlo. Los mejores fragmentos son los que no están escritos:





CUENTO DE BUENAS NOCHES

No recuerdo ni una palabra, pero aquel tono de voz, sentado al borde de mi cama, sigue siendo mi cuento favorito.










jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuarto diamante: ¿Cuántas palabras hacen falta para escribir una poesía?

A menudo, el azar, disfrazado de poeta, nos sorprende gratamente:

"La mujer que mascaba chicle en el metro anhela tu imagen desde la primera nota de su despertador."

"El alma vacía después de un gran trago sopesa tirarse desde lo alto del Empire State."

"Oh la la, en el momento cúlmen del acto, vocaliza con lengua de trapo galimatías imposibles."

"Aquellos tesoros custodiados por el tiempo tienen un secreto escondido, muy escondido, pero sueñan con el día en que vea la luz."

"La guitarra olvidada en esa abuhardillada habitación nunca supo ser feliz."

"Tus caricias encendidas en aquella noche lluviosa apartan sus preciosas tetas para abrazarle el corazón."

"El protagonista de este cuento va uniendo brochazos con la esperanza de ver algo claro al mirar el lienzo desde lejos."

"El arquitecto de la cuidad de Gurú canta canciones arrastrando su corazón por cada esquina de las calles de esa fría ciudad."

"Las pestañas más largas de Babaluma se presentan ante nosotros con una humilde reverencia."

martes, 19 de octubre de 2010

Quinto diamante: reflexión


Los animales no entienden a los seres humanos. Los seres humanos no entienden a las seras humanas. Las seras humanas si entienden a los seres humanos, pero a menudo se conforman con los animales. Los animales siempre salen ganando. Los seres y seras human@s, simpre pierden.


Por eso, hay veces que incluso yo quiero ser un perro como tú.

sábado, 2 de octubre de 2010

segundo diamante. Madrid




Otra vez vuelvo a subir una entrada demasiado tarde. La coloco en el segundo diamante (lugares, viajes, moradas), pero me parece que abarca más de uno. El caso es que llevo un mes viviendo en mi noveno piso en 7 años. Esta vez en Madrid, tras 3 en Ávila y 5 en Salamanca.

He empezado una nueva etapa de mi vida. No he tenido prisa por contarlo en mi blog, porque todas las personas que lo leeis ya estabais al tanto de ello. Pero si algún día me olvido de lo que han significado estos días, podré leer estas líneas.

He empezado arquitectura con serias dudas de acabarlo. Tengo tantas ganas de hacerlo como miedo. Me he adaptado bien a Madrid. Ya me gustaba la ciudad antes de venir. Ya sabía que la carrera era dura. Y sin embargo han sido los días más difíciles de mi vida. De momento vivo solo. Gracias a Dios, solo es de momento. Eso, y el hecho de haberme separado de la gente que más me importa me hacen el día a día realmente duro.

No pretendo explicar aquí todo lo que estoy pasando estos días porque será una entrada corta, pero una crisis vocacional y hechar de menos a gente como nunca lo había hecho lo resumen bastante bien. Por suerte, siempre hay alguien por ahí que hace por mí más de lo que debería.

Espero que la recompensa le llegue a esa persona en la cantidad que se merece.

sábado, 5 de junio de 2010

Cuarto diamante: empieza el camino

Llegué a rozar eso que llaman institución arte, hace ahora cinco años, casi por casualidad. Hace una semana, 29 de mayo, me gradué en Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. A falta del título (puros trámites), ya soy licenciado.


La graduación fue bien, gracias a una estupendísima organización. Tuvimos que decir unas palabras dos alumnos, yo entre ellos. Así que transcribo aquí lo que dije ante todos mis compañeros:

"Y en fin, aquí estamos, terminando Bellas Artes. Supongo que a estas alturas a todos nos sonará raro oírnos decir que empezamos esta carrera por amor al arte, o porque se nos daba muy bien dibujar. Por ese primer dibujo que era tan bonito que merecía estar enmarcado y colgado en un salón, o un pasillo... Y sin embargo ahora, ¿qué diferente es todo, verdad? Cinco años después. Muchos de nosotros llegamos aquí bajo el influjo de pintores como Velázquez o Goya y creyendo que Picasso era un tipo “demasiado moderno”. Y nos vamos admirando a gente que se encierra durante tres días en una jaula con un coyote o a un tipo cuya obra maestra es un urinario prefabricado. Y eso que, como ya dijo alguien, Duchamp es un artista del siglo pasado. Qué no tendremos que hacer nosotros para destacar en este mundo…

Y es que dicen por la tele que las cosas están mal. Creo que he oído algo de una crisis. Nos pongamos como nos pongamos, ninguno, o casi ninguno de nosotros sabemos lo que es eso. Porque durante este tiempo hemos estado arropados por quienes, aún hoy, tenéis ahí a vuestras espaldas, protegiéndonos. Pero ahora sabremos lo que es. El duro invierno, como diría aquí nuestro padrino Carlos. Y cuando salgamos nosotros de aquí, con nuestra licenciatura debajo del brazo, nos dirán que ahora lo que se llevan son los grados, que las licenciaturas pasaron a la historia. Y están de moda los master, y los cursos… Donde nosotros vemos oportunidades, nuestros padres, ahí detrás, solo ven cifras.


Y luego hay quien dice que la carrera de bellas artes no parece muy seria. Muy bonita, eso sí, pero que tendríamos que haber estudiado algo de verdad.

Y a pesar de todo este panorama, hoy no consigo quitarme esa sensación que tenemos a veces, cuando hacemos las cosas bien. Cuando te sientes realizado porque sabes que has hecho lo que debías. El futuro es duro. Es duro para todos. Pero nuestro pasado cercano, se me antoja tan dulce, que yo no lo cambiaba por el mejor puesto de trabajo. Esta ha sido mi carrera. Yo no sé lo que se estudia en otras. Pero sí sé lo que se aprende aquí. Cuando hoy salgamos por esa puerta, seremos las personas que siempre hemos querido ser. No voy a decir artistas, porque eso, gracias a Dios, no nos lo da ningún título. Pero sí las personas que hemos hecho de nosotros mismos. Y mucho más importante, las personas que hemos hecho de los demás. Porque si hay algo que, ni la crisis, ni Bolonia, ni nadie nos puede quitar, es lo que cada uno de vosotros ha supuesto en el hecho de que hoy puedo ser la persona que siempre he querido ser. Mucho o poco, unos más y otros menos, pero cada uno de vosotros sois mi licenciatura en bellas artes.

No hace mucho, leí, en un blog ajeno, las reflexiones de una chica que recordaba a sus compañeros de carrera, a los cuales había vuelto a ver después de doce años. A algunos de vosotros, unos pocos solo, quizá os vuelva a ver dentro de doce años. Es triste pensar que a la gran mayoría quizá no vuelva a veros nunca. Quién sabe. Pero es que en un día como hoy son tristes tantas cosas… A otros, sin embargo, me prometo a mí mismo, os veré a menudo, vayáis donde vayáis. Supongo que cada uno de vosotros tendrá en esta sala a ese grupo de personas de las que no está dispuesto a separarse. Porque ser compañeros significa una cosa, y ser amigos otra. No voy a ser tan demagogo como para decir que aquí todos somos amigos. Seguro que con alguno de vosotros tan siquiera he hablado nunca. Pero que cada uno piense en esas personas que sí han sido más que compañeros durante estos cinco años. Y no se trata solo de algunos partidos de baloncesto, o de aquél viaje en coche, da igual que sea a la otra punta del mundo o al polígono de los Montalvo. Se trata de vosotros, y de mí. Y de Salamanca. Y todos estos días. Y, por supuesto, de todos los que están por venir. Se trata de haber estado donde teníais que estar y cuando teníais que estar. Del duro trabajo recíproco de habernos convertido en quienes hoy somos. Se trata, de que lo de menos hoy es que consigamos un título, porque el resto de cosas que hemos conseguido en esta facultad son más importantes. Empezando por el derecho que tenemos todos a mirarnos con la cabeza bien alta por haber hecho lo que hemos decidido hacer.

Sé que esto es así. Sé que independientemente de los éxitos o fracasos que consigamos el día de mañana, hoy, hemos salido victoriosos. No me importa lo que signifique ser licenciado, ni si es suficiente para el trabajo de nuestros sueños. Sé lo que valgo, porque sé quién soy. Sé quiénes somos, y lo que valemos. Sé, pequeños, que somos grandes."


(No tengo a mano una imagen de todos los graduados, ahí están los que más me importan)



El futuro de eso que la gente llama arte, está en nuestras manos (entre otras). Seamos responsables y llevémoslo por buen camino, o por el mejor posible.

lunes, 19 de abril de 2010

(Primer diamante) Meditando sobre si soy sensible, escribí:

Nací creyendo que lo más importante en la vida era llegar a responder los grandes interrogantes que siempre se ha hecho el ser humano. ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué hay después de la muerte?... Hasta que me llegó una etapa que quizá se correspondía con la infancia que nunca tuve, donde todo lo que me importaba distaba de ser trascendental. Donde lo más importante para mi eran los pequeños detalles. Ví a Amelie meter la mano en un saco de lentejas, daba un valor desmesurado a cosas como sonrisas, besos, juegos... mi máxima era el Carpe Diem y mi película favorita "El Club de los Poetas Muertos".

Cuando el último de los pájaros de mi cabeza voló, se me planteó un debate: ¿qué debe primar en mi: las grandes y trascendentales preguntas filosóficas de la historia, o los pequeños detalles del día a día? ¿Qué es más importante: hallar el Santo Grial de la humanidad o ser feliz? Una vez oí decir que hay dos modos de ser feliz: ser tonto o hacérselo. ¿Merece la pena pagar ese precio por algo que quizá hayamos sobrevalorado?

¿Es ser feliz uno de los pequeños placeres de la vida o una de las grandes filosofías de la histoira?

Ahora mismo no me interesan los grandes interrogantes ni los pequeños detalles. Me siento más superficial que todo eso. Quizá solo me interesen los grandes detalles y los pequeños interrogantes. Lo de ser feliz... se lo dejo a aquellos que sepan valorarlo. Yo lo desaprovecharía en cualquier cama.

viernes, 19 de febrero de 2010

Tercer diamante


Hoy, repensando lo pensado, releyendo lo leído, recordando lo... ¿cordado? miraba mi perfil, mis datos personales, la cabecera de mi blog, y he dedicado unos minutos a pensar en la magia. Me gusta la magia. Con cartas. Pero hay otra magia que me apasiona. No son trucos, no son juegos, no es espectáculo... Juan Tamariz, a quien admiro, no, idolatro, la describe así:


No se trata “de dar una sesión de magia”.
No se trata “de ponerse a hacer unos juegos de manos”.
Aquí se trata “del Poder que llega y lo utilizamos para”.
Aquí hablamos “de que inesperadamente ocurra lo imposible”.
De repente o paulatinamente. Da igual. Pero sin preparación.
Sin “no sé si conoces este juego de”
Sin “a ver si te gusta”
Sin “os enseño ahora esta cajita china con un…”
Es otra cosa. Otra idea. Otro estilo.
Estamos hablando de… y surge el efecto sorpresa
Estamos necesitando que… y se produce de forma imposible
No es un espectáculo para mirar. No es un show, una seance, una velada.
Es el Misterio, el Milagro, lo Imposible que se hacen presentes,
que pueden hacerse presentes en cualquier momento,
en cualquier circunstancia,
cuando menos se espera,
cuando más se necesita.
Y el poder no depende de “que no llevo nada ahora para hacer”, porque no se trata de hacer nada, sino de que OCURRA.
Provocar la situación.
Estar preparado para cuando, en cualquier momento, se presente la ocasión.
Tener la mente abierta, aguzada, inventiva para crear el efecto con los
elementos y circunstancias que nos rodean.
Nada de “ponte allí que lo verás mejor”.
Nada de “yo me colocaré detrás de la mesa para…”
Y no hace falta llamar la atención: “Mira”.
Porque la atención nos llega al ver que ALGO OCURRE.
Porque quizás sean los demás quienes nos llamen la atención: “mira lo que está pasando”.
Y no hace falta crear atmósfera con pases vacíos, porque el toque de nuestros dedos, el leve gesto de nuestra mano, el repentino brillo de nuestra mirada tienen PODER, desbordan ENERGÍA, son MAGIA.
[...]
Pero, de una vez por todas, piensa:
¿Qué pasa con nuestra magia?
¿Tenemos o no tenemos el poder?
¿Somos magos a veces o siempre?
¿Hacemos juegos o milagros laicos?
¿Queremos que nos aplaudan o que se queden atónitos?
¿Buscamos su sorpresa o su asombro?
¿Deseamos su perplejidad o su Fascinación?
¿Esperamos sus “¡muy bonito! ¡Qué bien hecho!” o sus “¡No es posible, pero es!”?
Hacer cien juegos, mil juegos preciosos. MUY BIEN. Sorprende, alegra, da que pensar, admira…
Pero: un solo MILAGRO LAICO.
Ni mal ni bien. Un bombazo, un mazazo.
O, menos apasionante, una Delicia, una Maravilla, algo para degustar, sentir, amar, recordar, comentar casi con temor a que se trivialice, algo FABULOSO, HECHIZANTE, FASCINANTE, A-NO-NA-DAN-TE.

Así es,
Así puede ser,
Así va a ser
NUESTRA MAGIA.


¿Queda claro? ¿Más o menos? Lo siento, pero yo no sabría describirlo mejor.

viernes, 12 de febrero de 2010

Segundo diamante: Túnez




Hoy hace ya diez días que volví de Túnez. Creo que aún no lo he asimilado todo. Mi empeño en disfrutar de los viajes a través de mis ojos, y no de un objetivo, me pasa factura y ahora no tengo una sola foto que contemplar para escribir esto. Pero ocho personas y siete cámaras dan para muchas imágenes. Haré, como siempre, una mendicidad de fotografías entre mis compañeros de viaje. Para que luego digan que no soy egoísta.



Del viaje… qué decir. Más de 2000 kilómetros en 4x4 durante ocho días por un país desértico dan para mucho. Me he resignado a ser incapaz de recordar todo lo que vi. Como en otras ocasiones, me quedo con la esencia del viaje. Y con la compañía, por supuesto. Además de esto, alguna palabra árabe, una conversación nocturna, un par de juegos de magia (por supuesto), un señor beduino (quiero pensar que lo es) que rescató mis gafas perdidas del absoluto desierto después de una noche, y un pañuelo que, esté donde esté, ahora significa más que nunca.



Y los millones de detalles – sumamente importantes – que ya nunca recordaré; y los que volverán a mi cabeza cuando menos me lo espere. Y por si hay alguna madre, o abuela, que lee esto, tranquilas, comimos mucho, y bien. Ahora, “robaré” alguna foto que pueda acompañar a este texto y lo subiré. Y todo esto en un momento de mi vida – por qué no decirlo, es mi blog – en el que haga lo que haga, me toca sufrir.

jueves, 14 de enero de 2010

Segundo diamante

Al final, la segunda entrada también se hace esperar. No puedo decir que me sorprenda, en el fondo sabía, cuando empecé el blog, que le iba a hacer poco caso. Para colmo, son épocas de exámenes, trabajos, y “poco tiempo” en general. Pero como no quiero buscar escusas, y en poco más de una semana viajaré a Túnez, no puedo evitar recordar el último viaje que hice en la misma compañía. Así que rescato de algún lugar de mi ordenador las impresiones que recogí de aquel viaje y espero escribir cosas nuevas a la vuelta de éste:


Carpio, 4 de febrero de 2008
Es complicado hacer un balance de un viaje que me ha aportado tanto en todos los sentidos. Ha sido la primera vez que he salido de España y no lo habría podido hacer de mejor manera. Praga, Viena, Budapest… he vuelto a ser el niño que se dejaba impresionar por casi todo. Desde ahora, estas tres ciudades ya ocupan un lugar en mi corazón (sin quitarle el sitio a nadie). Cuando intento hablar de alguna de ellas, cuando intento describir situaciones, lugares, sentimientos… las palabras se agolpan en mi lengua, tropiezan unas con otras formando un barullo sintáctico, impacientes por salir, y pasa lo mismo que cuando intento cantar: en mi cabeza suena infinitamente mejor.
Esto ocurre cuando la emoción me permite recordar lugares y anécdotas, que es la menor parte del tiempo. Normalmente, el viaje funciona como una droga que embriaga mi mente introduciéndome en una euforia momentánea que produce un bienestar que no da lugar a razones, y no logro emitir más que algún balbuceo.
Pero no culpo de ello solamente a las ciudades. La compañía aportó una chispa que multiplicó la magia de aquellos lugares por un número que no sabría calcular. Surgió una afinidad que me sorprendió muy gratamente con personas con las que solo compartía una relación de compañeros, y se ratificaron las ya existentes de un modo aplastante.
Puede que el tiempo me haga olvidar algún rinconcito, algún chiste, algún olor, puede que incluso alguna cara; pero por todo esto, y por otras cosas, serán necesarios muchos momentos en la mejor compañía, en los mejores lugares; muchos, pero que muchos años felices, para olvidar que esa semana dichosa, de una forma muy sutil, ha cambiado mi vida.