Hubo una etapa de mi vida en la que la magia era muy importante… Coincidió con la creación de este blog (cinco de diamantes), y quizá por eso creé un diamante sobre la magia (en todos los sentidos). Hoy, cuelgo las botas. Cuelgo las cartas. Lo dejo. Eso no supone la desaparición de este diamante, sino que se centrará en otro tipo de magia. Alguna que sepa entender a duras penas.
¿El motivo? Bueno, las decisiones importantes nunca se toman por un único motivo. Uno de los más influyentes es que perdí la capacidad de ilusionar. Quizá sea el público, pensaba, que no disfruta con estas cosas. Pero cuando descubrí que disfrutaba con otros, deje de ser un ilusionista y me quedé en poco más que iluso.
En mis mejores momentos, yo era aficionado de aprendiz de mago amateur, pero con eso me bastaba. Jamás pretendí engañar, vacilar, ni poner en evidencia a nadie, solo quería sentir el poder indescriptible de hacer “sentir” a los demás. Esa era mi ambición. Nunca quise aplausos, pero cuando veía como se abrían los ojos y crecían las sonrisas siempre se me erizaban los pelos de la nuca.
Daniel, Jorge, Jesús, Gonzalo, David, Astrid, Dani, David, Eva, Raquel, Diego, Kike, Roberto, Juan Manuel, Elena, Nacho, Diego, Bea, Ignacio, Alberto, Esther, Ángeles, Tere, Manu, Lucas, Felipe, Silvia, Marian, Guadalupe, Rubén, Ángela, Alex, Inma, Rocío, Irene, Vale, Pablo, Taw Fik, Jandro, Marta, Michou, Nacho, Lara, Aquilino, Alberto, Alba, Narciso, Pablo, Davo, Antonio, Álvaro, Ana, Virginia, Alba, Álvaro, Diego…
No recuerdo solo los nombres, sino todos y cada uno de esos ojos empeñados en creer lo que sus cabezas sabían que no existía. Llegar a dudar que pueda existir la magia es el primer paso para que exista. Sin embargo, ha llegado un momento en que mis juegos ya no ilusionan, y la ilusión por aprender nuevos decrece. Gracias Juan, gracias Canuto, hicieron todo lo posible, y jamás dejaré de ser espectador. También quiero ver como otros disfrutan haciendo que sean mis ojos los que se arriesguen a creer.
Me conformo con saber que alguna vez ilusioné a algunos. Y siempre sentiré celos de quién logró arrancar aquella emoción en la voz de quien yo no pude más que soñar conseguir. Y si alguien pensaba en recriminarme mis celos, sabed que tengo las miserias que como ser humano me corresponden. No es un defecto, es un derecho.
Es el gran sino de mi vida. Alguna vez dejé la guitarra sin haber aprendido a tocarla, dejo la magia sin haber sido mago, dejé el arte sin haber -querido- ser artista, quién sabe si pronto dejaré de escribir sin haber sido escritor, y algún día dejaré de ser hombre sin haber sido niño. Es el mal del que abarca mucho y aprieta poco. Excepto en alguna faceta de mi vida, en la que abarqué tan poco que apreté demasiado.
Yo guardaré mis recuerdos, vosotros guardad aquella carta firmada que alguna vez os regalé. Pero os invito a disfrutar de mi último truco (siempre odié esta palabra): cada vez que veáis un cinco de diamantes, sabed que era exactamente la carta que yo estaba pensando.
A partir de ahora, ya todas mis barajas serán invisibles.
¿El motivo? Bueno, las decisiones importantes nunca se toman por un único motivo. Uno de los más influyentes es que perdí la capacidad de ilusionar. Quizá sea el público, pensaba, que no disfruta con estas cosas. Pero cuando descubrí que disfrutaba con otros, deje de ser un ilusionista y me quedé en poco más que iluso.
En mis mejores momentos, yo era aficionado de aprendiz de mago amateur, pero con eso me bastaba. Jamás pretendí engañar, vacilar, ni poner en evidencia a nadie, solo quería sentir el poder indescriptible de hacer “sentir” a los demás. Esa era mi ambición. Nunca quise aplausos, pero cuando veía como se abrían los ojos y crecían las sonrisas siempre se me erizaban los pelos de la nuca.
Daniel, Jorge, Jesús, Gonzalo, David, Astrid, Dani, David, Eva, Raquel, Diego, Kike, Roberto, Juan Manuel, Elena, Nacho, Diego, Bea, Ignacio, Alberto, Esther, Ángeles, Tere, Manu, Lucas, Felipe, Silvia, Marian, Guadalupe, Rubén, Ángela, Alex, Inma, Rocío, Irene, Vale, Pablo, Taw Fik, Jandro, Marta, Michou, Nacho, Lara, Aquilino, Alberto, Alba, Narciso, Pablo, Davo, Antonio, Álvaro, Ana, Virginia, Alba, Álvaro, Diego…
No recuerdo solo los nombres, sino todos y cada uno de esos ojos empeñados en creer lo que sus cabezas sabían que no existía. Llegar a dudar que pueda existir la magia es el primer paso para que exista. Sin embargo, ha llegado un momento en que mis juegos ya no ilusionan, y la ilusión por aprender nuevos decrece. Gracias Juan, gracias Canuto, hicieron todo lo posible, y jamás dejaré de ser espectador. También quiero ver como otros disfrutan haciendo que sean mis ojos los que se arriesguen a creer.
Me conformo con saber que alguna vez ilusioné a algunos. Y siempre sentiré celos de quién logró arrancar aquella emoción en la voz de quien yo no pude más que soñar conseguir. Y si alguien pensaba en recriminarme mis celos, sabed que tengo las miserias que como ser humano me corresponden. No es un defecto, es un derecho.
Es el gran sino de mi vida. Alguna vez dejé la guitarra sin haber aprendido a tocarla, dejo la magia sin haber sido mago, dejé el arte sin haber -querido- ser artista, quién sabe si pronto dejaré de escribir sin haber sido escritor, y algún día dejaré de ser hombre sin haber sido niño. Es el mal del que abarca mucho y aprieta poco. Excepto en alguna faceta de mi vida, en la que abarqué tan poco que apreté demasiado.
Yo guardaré mis recuerdos, vosotros guardad aquella carta firmada que alguna vez os regalé. Pero os invito a disfrutar de mi último truco (siempre odié esta palabra): cada vez que veáis un cinco de diamantes, sabed que era exactamente la carta que yo estaba pensando.
A partir de ahora, ya todas mis barajas serán invisibles.
Me niego a creer que lo dejas igual que me negaba a creer que la magia no existía, cuando veía aparecer y desaparecer las cartas. Ser artista, mago y escritor son inherentes a tí, por mucho que quieras deshacerte de esas "condiciones" u obviarlas.
ResponderEliminarTodos los nombres que aparecen en esa lista y aquellos que se irán añadiendo te piden desesperadamente que no dejes de hacer magia. El momento en el que no eres capaz de discernir entre lo que has visto y lo que ha pasado es genial y grandioso!!!. Las mejores noches y tardes de mi vida asombrándome en cada juego de muñeca o pase de mano.
Aún recuerdo como si de ayer mismo se tratase, aquel en el que me hacías guardar en el bolsillo un papel en el que habías escrito previamente...y cómo olvidarme de la baraja invisible. De ahí surgió su primo el camisón invisible de Eva y todo lo demás...
Se que antes de que te des cuenta estarás haciendo otro truco de magia, no desistas nunca en nada de lo que propones porque te reportará a tí un beneficio y siempre, siempre otro al que te mira.
En esos ojos veo un mago, un escrito, un artista, un arquitecto, un amigo... y para mí un 5 de diamantes nunca será simplemente eso.
Pues tu último truco ha sido grandioso, y es lo que pensará cada persona con la que te cruces cada día. Que Messi se ponga a jugar al criquet es muy dadaísta pero…¿púr qué?
ResponderEliminarEstoy por coger el teléfono…
ResponderEliminar¿Pero como que tus juegos ya no ilusionan? ¿Tú quien eres y como le has hackeado la cuenta a CHICO?
Hasta ahora no se me ocurría que contestar cuando me preguntaban por mi verano favorito, y te has sacado uno de la manga en dos días. Tamariz toca bien el violín, pero eso no se lo he visto hacer.
http://www.youtube.com/watch?v=XeFGYdvo0C0
ResponderEliminarLa magia no es conseguir engañar al espectador para que se quede perplejo. Para hacer magia tienes que ser una persona especial, los buenos magos no hacen trucos sino que son capaces con su presencia de irradiar felicidad y una magia especial, y tu eres una de esas personas. xfavor no lo dejes
ResponderEliminar