miércoles, 19 de enero de 2011

Quinto diamante: Gatos, gatillos y gatillazos. Bragas, braguetas y braguetazos

Cada vez se encienden antes las luces de la calle.

Cada vez se ven menos gatos en las ventanas.

Cada vez pospone más recoger su habitación.

Se permite el lujo de ser un guarro si no sale de casa. Y ya solo se alimenta de esa cosa blanca que le sale al café cuando lleva dos días hecho.

Hace mucho que la música dejó de consolarle. Y no ha vuelto a conseguir escribir algo que no suene patético. Ordinario. Cutre (que cutre es la palabra cutre).

No entiende casi nada. Sobre todo por qué nadie le entiende a él. ¿Cómo puede ser tan raro siendo un típico donnadie?

Y jamás consiguió decir lo que sentía. Sus mejores palabras, las más amables, eran siempre malinterpretadas.

Ahora camina lento hacia donde le lleven. Ya solo hace lo que le dicen, habla cuando le dicen, sonríe cuando le dicen y folla cuando le dicen. Pero el sexo es aburrido si dura más de 20 minutos.

Por las noches se dormía esperando las respuestas a preguntas que nunca debió hacer. Y no se entendía con quien debía entenderse durante más de treinta años.

Últimamente lo único que hacía bien era agobiar.

A nadie le importaba que no hubiera comido en dos días. Soñaba con despertar un día y encontrar en su cama las bragas de quien le sacase de pobre. Tras coger una auténtica cogorza. Sabía quién era la adecuada. Una famosa escritora con ciertas tendencias alcohólicas. Pero hasta ella había encontrado el amor. Y si ella lo había conseguido, todo el mundo podría hacerlo. Menos él.

Soñaba con tomar un café algún día en un bar. Solo. Solo él, el café con leche, como siempre.

-¿Puedo sentarme?- voz de mujer.

-Sí, claro- puede que estas cosas no pasen en la realidad, pero era su sueño.

(Comentarios ingeniosos, risas, una hora, conversaciones interesantes, coqueteos descarados, dos horas, risas, proposiciones indecentes, tres horas, cuatro horas, su apartamento, una noche…)

Velada perfecta.

-No pienses que he hecho esto porque seas famosa- mintió.

Soñaba con que las veces que soñó no fueran un sueño.

Ahora recodaba con nostalgia el día que pensó en apretar el gatillo…